Quienes nos gobiernan nos muestran a Inditex como el adalid en la creación de negocios: es el modelo de éxito del actual sistema capitalista. En mi ciudad, que es Pamplona, sus tiendas han ocupado la calle Carlos III, la calle comercial por excelencia, y el tramo en donde se concentran ha sido bautizado por la ciudadanía como la ‘milla de oro’. Han expulsado a los negocios familiares tradicionales, y han montado cinco o seis tiendas diferentes, para lo que han dado trabajo a centenares de jóvenes a los que reparten unos sueldos bastante miserables. Las ropas que se venden en estos centros, en muchos casos, han sido confeccionadas bajo condiciones laborales mucho peores, que rallan la explotación. La pregunta que nos podemos hacer es bien sencilla: ¿A quién ha beneficiado más la globalización? ¿A los trabajadores locales? ¿A los trabajadores extranjeros? ¿A quién? Y no vale la excusa de que mejor es trabajar de lo que sea a no tener trabajo. Las diferencias económicas entre los que gobiernan las empresas y los que fabrican sus productos marcan la diferencia, así como las condiciones laborales de unos y otros.
La fotografía está tomada desde el exterior de una de las tiendas de Zara. Los maniquís son unos muñecos impersonales, sin ojos, ni boca, ni oídos, que portan una camiseta con la palabra ‘sale’ o ‘venta’. ¿Así nos quiere inditex? ¿Como consumidores que no piensan, que sólo somos útiles mientras compramos sus nuevos modelos sin recapacitar en qué se esconde tras ellos? Si este es el modelo a seguir, yo no me lo voy a enfundar.
Crónicas de un prekario 