Uyuni, Bolivia. Esta gran superficie de sal alberga una de las mayores reservas de litio del mundo. El litio es un elemento químico esencial para las baterías de la nueva revolución energética que está por llegar.

Hasta que no nos concienciemos que lo que el mundo necesita es un cambio de sistema y consumir menos, nos confundiremos en el diagnóstico. Porque hay veces que las revoluciones verdes provocan efectos colaterales de colores mucho menos amables. Eso pasó con los combustibles «biodiésel», por ejemplo, fabricados principalemente con grasa de palma africana, causante de las mayores deforestaciones de las últimas décadas en selvas de Asia, África y América.

Y ahora, ¿cómo vamos a saciar nuestra sed de energía? ¿Cómo vamos a producir tanta electricidad? ¿Cómo vamos a conseguir los materiales que permitan conservar esa cantidad de energía sin depender de un cable?

El presidente boliviano Evo Morales quizás metió la pata en la gestión del resultado de las últimas elecciones. Sirvió en bandeja la excusa que necesitaba la oligarquía colonial, los cambas, para dar el golpe de Estado y, de momento, arrebatarle el poder. Detrás esperan oscuros intereses, a quienes interesa que el control de materias primas como el litio no descanse en una sociedad pública (Yacimientos de Litio Bolivia), ni que, mucho menos, la dirija un indio, un miserable colla.

En las fotografías, detalles de una visita que realicé a este desierto de sal hace ya muchos años. El paraíso blanco espera la entrada de las excavadoras para que mi móvil siga funcionando a 5G.

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